Retos urgentes, pero no rápidos

El año 2020 pasará a la historia como el año de la primera pandemia en un mundo globalizado. Cierto que ha habido anteriores enfermedades que diezmaron la población a lo largo de la historia; cierto que recurrentemente surgen epidemias regionales y riesgos de que éstas se expandan internacionalmente. Pero la COVID-19 es la primera que abarca en mayor o menor medida a todos los países en un momento histórico que las interconexiones –físicas a través del transporte o digitales por internet– son más fluidas y globales que nunca.

A los efectos que nos ocupa, los referidos a la Educación, éstos han sido, están siendo, graves en las escuelas. En una primera oleada, en la gran parte de los países occidentales, la pandemia provocó el cierre abrupto de los centros educativos y el confinamiento de la población. Un enorme impacto educativo que más allá de cómo se solventara, augura un efecto negativo a medio y largo plazo en la Educación de una generación. En lo que respecta a España, sumando ese último periodo perdido y las posteriores vacaciones estivales, casi seis meses sin escolarización de los niños y adolescentes.

Se entiende la preocupación de las administraciones educativas por salvaguardar, en estas difíciles circunstancias, el derecho a la Educación, ante la evidencia de que la Educación desde casa es un sucedáneo de la Educación presencial, que produce efectos negativos como el incremento de las desigualdades de origen, el impacto socioemocional del confinamiento y la no relación con sus iguales, la brecha digital agrandada y la diversa preparación del sistema para mantener la calidad educativa en un entorno exclusivamente virtual.

Otra de las lecciones aprendidas ha sido la contradictoria y, en ocasiones, tardía reacción de las autoridades educativas, en sus distintos niveles. No ha habido una respuesta única, sino que cada autonomía ha adoptado los acuerdos generales como bien ha entendido, ni todas han actuado con la misma rapidez ni con los mismos recursos reforzados. También, la política general afecta al retraso en una asignación de fondos europeos.

Ésta ha sido otra de las realidades de la pandemia, que ha afectado a la práctica totalidad de los países. A todos los europeos y a todos los latinoamericanos. De los europeos, por comparación, otros países hicieron más hincapié que España en recuperar la presencialidad a finales del curso pasado y la búsqueda de soluciones para volver a las aulas. En los países latinoamericanos, la pandemia ha extremado las dificultades y carencias de sus sistemas educativos, sobre todo, por la gran disparidad en el acceso tecnológico.

Paralelamente, para algunos incluso de manera ventajista, el Ministerio de Educación ha acelerado su programa educativo, primero como solución de urgencia para poder cerrar escolarmente el pasado curso, segundo como normativa singular aplicable el curso actual y, por último, con la tramitación de la nueva reforma educativo, la Lomloe, que dará estabilidad normativa a algunas de estas excepcionalidades vigentes temporalmente.

Con este panorama, la pandemia ha constatado alguna de las carencias de nuestro sistema educativo, y de otros como se recoge en el especial sobre Latinoamérica que pueden leer en este Anuario. De manera destacada, el reto digital y los recursos humanos y materiales del sistema.

Tanto en el confinamiento como en el modelo híbrido que se ha tenido que imponer en los cursos de ESO y Bachillerato, la Educación online ha sido un reto de desigual resultado, tanto por recursos de los centros como competencia digital del profesorado, como por las posibilidades de las familias.

Esto ha acentuado las desigualdades de origen, pero también las desigualdades generadas por el propio sistema al atender desigualmente a las familias según el centro en el que tenga escolarizados a sus hijos. En cuanto a los recursos, la necesidad de introducir las medidas de prevención sanitaria en los centros ha evidenciado la antigüedad de muchas instalaciones escolares y la necesidad de incrementar recursos humanos. La reducción de ratio generalizada que ha llevado a crear nuevas unidades en casi cualquier espacio escolar ha demostrado que propuestas de mejora como pueden ser la ratio o la digitalización de las aulas pueden ser necesidades urgentes, pero no serán rápidas si queremos que den resultados satisfactorios.

En este contexto, era evidente que los Premios PROTAGONISTAS DE LA EDUCACIÓN iban a ser un reconocimiento a proyectos y entidades que han reaccionado a las urgencias marcadas por el confinamiento en cuanto a cuestiones tecnológicas y a evitar dejar a nadie atrás por la abrupta irrupción de la Educación desde casa. Un buen ejemplo de ello es el Premio Juan Pablo Villanueva a RTVE por el programa “Aprendemos en casa”, un ejemplo de servicio público que puso a disposición de la escuela y los escolares su programación infantil y juvenil durante el último trimestre del pasado curso. Atendiendo ese reto tecnológico también está otro de los premiados, el proyecto Conecta Educación de la Fundación Telefónica, que pretende ayudar a conectar a las personas, la Educación y la formación para el empleo a través de plataformas, contenidos digitales e itinerarios formativos virtuales.

El confinamiento también provocó un incremento de la desigualdad y la necesidad de un apoyo emocional extra para alumnos y familias. Para atender estas necesidades, Save the Children puso en marcha su programa “A tu lado”, basado en tres pilares: proporcionar alimentos básicos, dar un apoyo emocional y reforzar académicamente a los alumnos vulnerables. Para las familias, el Club de las Malas Madres reiteró su compromiso en defensa de políticas de conciliación familiar.

La pandemia, pues, se puede convertir en un elemento de disrupción educativa a medio plazo, pues al sacar las carencias del sistema de manera extrema ha acelerado los cambios que ya se gestaban. Y un contexto en el que esto es más evidente es en el impulso de la Formación Profesional. A ello se refiere el programa Consigue+ del Ministerio de Defensa, un programa dirigido al personal de tropa y marinería para que a través de la impartición semipresencial acceden a 15 títulos de técnico de Formación Profesional.

Los Premios PROTAGONISTAS DE LA EDUCACIÓN siempre han tenido su carácter internacional, ya que los retos educativos son globales. Este año, los premios han recaído en el proyecto SAAM del Centro de Formación Profesional San Viator en colaboración con la Asociación Mundus, un proyecto de FP que conectando Europa y África pretende favorecer el desarrollo de los centros de Formación Profesional en el continente africano. También se reconoce la labor del Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE), un organismo que a través de sus iniciativas y proyectos busca detectar y expandir las mejores políticas educativas en los países latinoamericanos.

Por último, los Premios PROTAGONISTAS DE LA EDUCACIÓN reconocen la labor de Heike Freire, impulsora de la pedagogía verde, a los docentes del IES “Virgen del Rosario” de Benacazón y al CEIP “Gumersindo Azcárate” de León.